Siempre he vivido cerca de la playa, recuerdo que en mi niñez fui con mi papá en busca de piedras para adornar una pared de la casa, yo quería llevar todas las que me gustaban, no solo las que debíamos escoger, desde entonces nació mi interés por las piedras, que con el tiempo me llevó a realizar esculturas de tallas directas en piedras naturales.
También mi curiosidad infantil me llevaba a estar al lado de mi papá cuando él preparaba mezclas para la construcción, luego que terminaba su trabajo yo jugaba con los residuos revolviéndolos con las espátulas, algo parecido sucedía cuando pintaba, aprendí de él a utilizar brochas y pinceles, supongo que de allí proviene el hecho de yo pintar no solo con pinceles sino también con espátulas.
Realmente comencé pintando y no he dejado de hacerlo, pero con el transcurrir del tiempo, el soporte bidimensional denunciaba la tridimensionalidad que mi inconsciente reflejaba, los volúmenes afloraban cada vez más y con ello la exigencia de un formato cada vez mayor. Estas exigencias me llevaron a incursionar en la escultura, donde de una u otra forma sucede lo mismo, en el transcurso de mi proceso creativo siento la exigencia de aumentar las dimensiones de mi obra escultórica, sin embargo no pretendo decir con esto, que todas mis obras son a gran escala, pues el tamaño de las mismas varía.
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